El verano se ha hecho esperar, pero ha llegado con fuerza. Y eso se nota fuera pero también dentro de las casas: agua fría, abanicos, ventiladores o aires acondicionados en marcha. El calor ya está aquí. Tu casa será más o menos calurosa y también tendrá más o menos luz, según su orientación. Y de eso hablamos hoy.
Pero abordemos primero el tema de la luz natural: “La iluminación natural constituye una alternativa válida para la iluminación de interiores, y es muy importante no solo en relación a la cantidad, sino a la calidad de la iluminación”, comenta Pablo García, de Atrezo Arquitectos.
El diseño de los edificios debe procurar optimizar la orientación de las plantas para permitir el acceso a la luz natural, dentro de sus posibilidades. “Los huecos de las fachadas deben diseñarse para el mejor aprovechamiento de la luz natural, sin descuidar tampoco la penetración de la luz solar directa sobre el plano de trabajo (se considera plano de trabajo más o menos la altura de las mesas). Debe controlarse también el deslumbramiento y las ganancias térmicas del calor diurno en verano”, comenta.
Porque, en definitiva, está muy bien que por tus cristaleras entre luz, pero ya no está tan bien que sea tanta que tu casa se convierta en un horno. “Debemos poner sistemas que nos protejan de las radiaciones directas en función de cómo esté orientada la casa. Esta orientación influye mucho en las condiciones térmicas de las casas y nos afecta, sobre todo, en verano”, comenta.
– Si la casa está orientada al Norte. No recibiremos radiaciones solares directas, es la orientación más fresca. El sol no calentará el cerramiento exterior (muros) ni provocará efecto invernadero en los vidrios de nuestras ventanas por lo que no se necesita ninguna medida de protección en verano. Si toda la casa se orienta al norte tendremos una casa muy fresca en verano”, explica.
– Si la casa está orientada al Este. Si el sol invade nuestras estancias por las mañanas, estamos en la orientación de nacimiento del sol y nos radiará con rayos más débiles que los que alcanzará a lo largo del día, pero estará tan tumbado que si queremos protegernos necesitaremos toldos. No es una orientación en la que sean indispensables, podemos abrir las ventanas ya que el aire es más fresco y echar las cortinas para que absorban las radiaciones. Si gran parte de las estancias se orientan al Este, bastará de pequeñas protecciones para tener unas habitaciones frescas”.
– Si está orientada al Sur. Es la orientación más soleada. Tiene una virtud, el sol está muy alto y con un simple voladizo sobre los huecos lograremos sombras sin mayor problema. Si nuestro hogar mira al sur necesitamos sí o sí estas medidas de protección, bien diseñadas, es decir, con el saliente suficiente para que los rayos no consigan entrar. No será una casa fresca, pero tampoco un horno.
– Si está orientada al Oeste. Y hablábamos de hornos, es la peor orientación en el periodo estival. El sol está tan tumbado que no lo podemos evitar. Para evitarlo en la medida de lo posible, tendremos que hacer uso de toldos para que absorban la mayor parte del calor. Si nuestra vivienda se orienta al Oeste será muy calurosa y todas las medidas de protección pasiva serán más que bienvenidas.
Aparte de la orientación y de su importancia en verano, hay otros factores que también influyen en lo calurosa que pueda llegar a ser tu casa: “Por ejemplo, la planta del edificio, las más bajas son más frescas y la última más calurosa. También si nuestras ventanas tienen o no control solar y si tenemos edificios enfrente que nos protejan y arrojen sombra», recuerda.
Visto en: www.idealista.com